jueves, 12 de agosto de 2010

La culpa y el chancho

Obra para 2 actrices.

Huelgan ya las palabras...



LA CULPA Y EL CHANCHO




No tengo padre ni madre,
Tampoco tengo hermanitos,
No tengo tíos ni tías
Tengo muy buen apetito

“El niño caníbal”

Virulo



Clara hablando por teléfono en voz baja.

Clara: -¡Pero cómo me voy a enojar por eso, Pepe! (escucha) Sí, todo bien, divino. (escucha). Sí, yo también. (Escucha) No. Yo más. (escucha) Yo más yo más yo más ¡yo más! (escucha) Jajaja, ¡pavo! Besitos, nos vemos. (escucha). Chau (corta). ¡Este es un boludo!

Escena 1

Juliana está cocinando. En la desordenada cocina hay un horno chico, tablas, ollas, fuentes, sartenes, bols, moldes de tartas, cuchillos, cuchara de madera, palo de amasar, especieros, un hacha de cocina, una batidora. También hay paquetes de harina una pila de churrasquitos, un trozo de jamón, queso, huevos, bolsas de pan rallado, aceite, azúcar, tomates, espinaca, chocolates, un oporto y un whisky. Juliana cocina con movimientos seguros, tomando los ingredientes y utensillos sin dudar, manejándose cómodamente en el desorden.

Toma el martillo para las milanesas, acomoda los churrasquitos y los golpea con fuerza. Entra Clara con una vieja bolsa de hacer las compras.

Clara: (sacando las cosas de la bolsa): -Ya está. Una manteca grande, el coco rallado y los limoncitos. ¿Qué hora es?

Juliana: -Y cuarto, menos veinte, qué sé yo. Estoy en la última tanda. Hay que comprar un horno más grande, no podemos hacer 300 milanesas rellenas de a 10.

Clara: -No. El problema está en que la imbécil ésta no las quiere fritas. Con la freidora que tenemos las hacíamos en dos patadas. Pero como no podía ser de otra manera, nos compramos la freidora y nos empiezan a pedir milanesas al horno. Tenemos menos leche que los Kennedy. (Toma la harina, comienza a hacer una corona sobre la mesada, y a poner dentro manteca, azúcar y esencia de vainilla)

Juliana: -¿Por?

Clara: -¡Porque parece joda, desde que la compramos la usamos un par de veces, y después, todo al horno!

Juliana: -No, por qué lo de la leche de los Kennedy.

Clara: (desinteresada, midiendo el azúcar que va a agregar a la masa) -Ah, por la historia de esa pobre familia, por eso. Una huevada.

Juliana: -¿Por qué “pobre familia”? ¿Eran pobres?

Clara: (poniendo el azúcar) -No precisamente.

Juliana: -¿Entonces?

Clara: (sin ganas, intentando cerrar el tema mientras corta la manteca) -Nada, Juli, una pavada, dejá.

Juliana: -Ay, dale, contame que tengo un aburrimiento…

Clara: -Es que es una pavada, sigamos con esto, que queda poco tiempo.

Juliana: -¡Pero si ya casi terminamos! Dale, contame, yo con vos aprendo un montón de cosas.

Clara: (resignada, agregando la manteca) -Bueno. Los Kennedy son una familia poderosa que a uno lo mataron cuando era presidente, al hermano cuando estaba en campaña, y después se fueron muriendo todos en accidentes trágicos (toma dos huevos para poner en la masa).

Juliana: -¿Como cuáles?

Clara: (con fastidio, rompiendo los huevos y agregando las yemas en la masa) –No sé, no sé, creo que a uno se le cayó el avión y otro estaba esquiando y se tragó un árbol.

Juliana: -Pobre familia…

Clara: -Poca leche.

Juliana : -Hay una botella en la heladera.

Clara:- No, yo lo decía por … (arrepintiéndose de seguir con el tema, mientras empieza a amasar. Quedan en silencio unos segundos, trabajando)

Juliana: -¿Y ese Kennedy que mataron fue presidente de acá?

Clara: -No, fue presidente del mundo.

Juliana: -¿De Radio “El Mundo”?

Clara: -No, presidente del mundo-mundo, presidente de EEUU. Pero lo mataron porque tenía ciertas políticas que contrariaban los intereses de los sectores más reaccionarios, sobre todo en la relación con Cuba, que tenía unos pocos años de Revolución. No podía haber políticas que no fueran contra Cuba porque había que satanizar al comunismo y a la figura de Fidel Castro.

Juliana ríe distraídamente

Clara:-¿De qué te reís?

Juliana: -El gato de mi hermana se llama Fidel, y lo castró. Ahora quedó igual que el hombre ese, Fidel Castrado

Clara: -Castro. (Rie) Decile que le compre un trajecito verde oliva... (tomándose la cabeza, recordando abruptamente lo que olvidó comprar) ¡El aceite de oliva! Ya vuelvo.

Juliana: -Che, ya que vas, haceme el favor y traeme un Danonino.

Clara (saliendo): Okey.

Juliana se arroja sobre una silla a descansar. A los pocos segundos entra Clara con las cosas.

Clara: -Uf, este supermercado es un infierno. Con toda la gente que hay a esta hora ¿a vos te parece que tengan sólo dos cajas? Me quería matar. Acá tenés ¿qué se te dio por comer esta porquería? (le alcanza el Danonino, ella lo abre y empieza a comerlo)

Juliana: -Mi sobrino es adicto al yogurcito este. Mi hermana le daba porque en la propaganda decía que era “lo mejor que ud puede hacer por su hijo”. Y viste cómo es ella, lo que dice la tele, palabra santa… “lo mejor que ud puede hacer por su hijo”. Entonces suspendió el viaje a Disney y le empezó a dar de esto, que era mejor; y el pibe se le hizo adicto. Ahora yo lo quiero probar, a ver qué pasa, qué tendrá adentro. (empieza a comer).

Clara: -¿Suspendió el viaje?.

Juliana: -Si, ¿no te digo? Igual mejor, porque Nachito es un peligro. El día que vió “Buscando a Nemo” metió la cabeza en la pecera y se le trabó. Entoces la dio vuelta y se cayó el agua, pero le hizo como vacío y le quedó así (hace ademanes como si tuviera cabeza grande).

Clara: -Como un astronauta.

Juliana: -Exacto: le faltaban los tubos de oxígeno para tirarse al agua. (Ríen las dos, por motivos diferentes). Si, yo me río por no llorar. Después cuando lo llevamos al zoológico, le agarró tal entusiasmo que adiviná lo que pidió.

Clara: -¿Un elefante?

Juliana: -No.

Clara: -¿Un león?.

Juliana: -No.

Clara: -¿Qué pidió?

Juliana: -Una jaula. Decía que quería vivir en cautiverio y fuera de su hábitat. ¡Una jaula! A mi hermana le agarró un ataque… pobre, después le dio cargo de conciencia…

Clara: -Qué, ¿lo retó?

Juliana: -No. Se la compró. Y bueno, te imaginás, si va a Disney hace un desastre. Y así como es de entusiasta por las cosas nuevas empezó a comer de esta porquería y cuando lo termina se desespera por comer más. Es adictito.

Clara: -Sabés qué? hay unas granjitas de recuperación que están muy buenas. Van chicos con problemas de alfajores, chicles, juegos en red. Trabaja gente que sabe un montón de esas cosas, y es un ambiente muy distendido: juegan con los chicos-se toman un fernecito-clase de gimnasia-se fuman un fasito, y así los pibes van dejando de comer porquerías.

Juliana: -¿¿En serio?? (dándose cuenta de la cargada)¡Me estás cargando, tarada! Igual, me parece que ya sé por qué dan ganas de seguir comiendo.

Clara: -¿Por qué?

Juliana: -Viene poquísimo (pausa). Bueno, voy al baño y seguimos. (Sale y entra inmediatamente sacudiéndose las manos). Se rompió el flotante del depósito. Hay que meter la mano y trabarlo.

Se acomodan en la cocina para seguir trabajando.

Clara: -Si, el otro día Pepe dijo que se estaba por romper…

Juliana: -Qué, ¿vino Pepe acá? ¿Y no me dijiste nada?

Clara: -Ehh, no… ¡disculpá, se me pasó, con todo este quilombo de las milanesas se me recontra pasó!

Juliana: -Me tiene podrida. No lo entiendo: primero no me quiere ver y después viene hasta acá a buscarme ¿qué le pasa a este tarado?

Clara: -Hombres…

Juliana: -Hablando de hombres… ¿cómo te fue anoche? ¿Saliste con el tipo ese?

Clara: -¿Qué tipo?

Juliana: -¡Vamos! Te escuché que arreglabas por teléfono la otra tarde.

Clara: -Ahhh, siii…. No, bueno, es que no hay mucho que comentar, lo de siempre.

Juliana: -¿Lo hizo este también?

Clara: -Si. Igualito que el anterior, como toda mi vida, bah. Veníamos bien: habíamos ido a cenar a un lugar lindo, después al cine, después un champancito… el tipo se había portado diez puntos…

Juliana: -Hasta que…

Clara: -No sé por qué salió que él era descendiente de yugoslavos y me preguntó por mi apellido.

Juliana: -Chán

Clara: -Y traté de cambiar de tema y no pude, y pensé: “que sea lo que Dios quiera, ahí va: McDonalds”. Y él me dice “ah, mirá vos” y se calla, y yo pensé que había zafado, que este no iba a ser tan salame como tooooooodos. Y bueno, le digo, rápido, porque ya casi habíamos llegado, “¿querés subir a tomar un café?”. Y me dice: “no, prefiero un Mc Combo 4”, y se empezó a reir como un tarado. Como todos, bah. Y yo, como siempre me sulfuré, y chau. Le hice un Mc Voleo en el traste.

Juliana: -Sos una exagerada.

Clara -Vos porque te llamás Gonzalez y te va bien con los tipos.

Juliana: -Sí, salvo con este tarado de Pepe. ¿Hace cuántos meses que vamos y venimos?

Clara: -Y bueno, tenés que sincerarte con vos misma, entonces. ¿Vos lo querés?

Juliana: -No sé, creo que ya no, que es todo una obsesión que me hace mal.

Clara: -¡Entonces matalo, borralo de tu vida y hacé como si nunca hubiera existido!

Juliana: -¡Es que es tan lindo!

Clara: -Sí, es un dulce… ¡Pero vos también, y tenés que ser feliz!

Juliana (piensa unos segundos): -¡Tenés razón! Al diablo. Chau Pepe, nunca exististe.

Clara: -¡Eso, que se muera ese tarado!

Juliana (levantando una copa): -¡Amén!

Escena 2

Clara está envolviendo las milanesas con esfuerzo, el paquete es bastante grande. Luego marca un número en su celular.

Clara: -Hola Pepín, ¿en qué andás? Ya terminé de trabajar y esta noche estoy libre. Llamame. (corta). Tarado de mierda

Entra Juliana.

Juliana (tensa): Clara.

Clara (sin notar la tensión): -Ya terminé todo, cuando llegue la camioneta le mandamos el paquete y listo. No veía la hora. Me hartó esta mina. Que 30 milanesas, que después 20 más, que al final sean 70 en total… ¡basta!

Juliana: -Clara.

Clara: -¿Qué? (dándose cuenta) Opa, che, qué cara está la cebolla.

Juliana (tensa y lentamente): -Es que no la traen más de las quintas, la compro en el super. (pausa) Clara… perdoname.

Clara (lentamente, sin entender): -Bueno, te perdono. ¿Qué pasó?

Juliana: -No pude, te fallé.

Clara: -¿No pudiste qué?

Juliana: -Vengo de la calle, salí para despejarme, para ver si se me aclaraban las ideas, pero peor, soy una estúpida, no sirvo para nada. Te tendría que haber preguntado cómo.

Clara: (perdiendo la paciencia) -¿Cómo qué, qué, explicate por favor, ¿qué hiciste mal, me querés decir?

Juliana: -Lo que habíamos quedado, ¿no te acordás?

Clara: -No Juli, no me acuerdo.

Juliana: -No puedo ni decirlo.

Clara: -Decime, dale.

Juliana: -Se me traban las palabras.

Clara: -Bueno, me cansaste, nena, yo salgo y vengo en un rato, ¿sí?. Después me contás

Sale. Juliana se sienta. Clara entra inmediatamente, con un paquetito de orégano.

Clara: -Compré orégano, que hacía falta. ¿Ya te tranquilizaste?

Juliana: -Sí. Me hizo bien pensar un tiempo.

Clara: -A ver, mi vida, qué hiciste.

Juliana: -No lo pude matar.

Clara (confundida): -¿A quién?

Juliana: -A Pepe.

Clara (preocupada): -¿Volvieron a salir?

Juliana: -No, no. Pero no lo pude matar.

Sale y entra empujando con esfuerzo una gran caja de madera cerrada.

Clara (asustada): - Juli, pará. Pará. ¿Qué es esta caja?

Juliana: -Pepe.


Pero qué manejo del suspenso. Y cuántas dudas a futuro, ¿qué pasará con Pepe, Clara y Juliana? Porque el pobre está allí, en la caja, medio muerto y hay que hacer algo... En fin. Si querés saber cómo sigue todo, mandame un mail a nicoallegro@gmail.com y te la mando.