jueves, 12 de agosto de 2010

Hacia el Bicentenario de Maradonia

Esta obra posee más de 20 personajes diferentes, pero está estructurada de forma tal que pueda realizarse por solo por 2 actores y una actriz. Es más, se recomienda un número acotado de artistas, sobre todo porque los trabajos en grupos de 25 personas generalmente no son demasiado remunerativos. Aunque se puede armar una fiesta sólo con gente de la obra.

¿Preparados?





"1816
Campos de la banda oriental.

En Bs As ponen el grito en el cielo. Al este del Río Uruguay, Artigas expropia tierras de la familia Belgrano y de la familia Mitre, del suegro de San Martín, de Bernardino Rivadavia, de Azcuénaga y de Almagro y de Díaz Velez. En Montevideo, llaman a la reforma agraria "proyecto criminal"
(...)
El Cabildo de Montevideo llama "forajido, perverso, vago y turbulento" a Encarnación Benítez, soldado de Artigas, que galopa repartiendo tierras y vacas al frente de un "tropel de malvados""
La reforma agraria, de Memoria del fuego 2


Eduardo Galeano


"¿Qué juré yo, y a quién, ese 25 de mayo oscuro y ventoso, de rodillas, la mano derecha sobre el hombro de Saavedra?"


"La revolución es un sueño eterno"
Andrés Rivera


HACIA EL BICENTENARIO DE MARADONIA


Escena 1

El teniente Capristo recibe un fax y, urgido, telefonea al General Jelinek desde la base de operaciones militares más importante de la República de Maradonia.

Capristo: -¿Comandante Jelinek? Le habla el teniente Capristo, desde la base general de operaciones.

Jelinek (en la cama, dormido): -¿Qué quiere Capristo, sabe la hora que es?

Capristo: -Las diez veintitrés de la mañana, mi general. Lamento despertarlo tan temprano.

Jelinek: -Espero que sea por una buena razón. ¿Sabe usted la cantidad de responsabilidades que tengo? ¿Usted se piensa que puedo distraer mi atención en nimiedades?

Capristo: -A la primera pregunta, sí señor. A la segunda pregunta, no, señor.

Jelinek: -Entonces, si usted piensa como yo, entiendo que conoce las pocas razones que justifican levantar en medio de la mañana al comandante en jefe del ejército.

Capristo: -Así es, mi general.

Jelinek: -Repita esas razones.

Capristo (enumerando): Declaración de guerra, posibilidad concreta de desastre nuclear, invasión extranjera al territorio nacional sin previo aviso, oferta irrechazable de helicópteros de guerra o soldaditos de colección, amenaza concreta de magnicidio para con el presidente democráticamente electo, posibilidad irresistible de golpe de estado sin mayor rechazo internacional o catástrofe natural con cinco cifras de muertes garantizadas.

Jelinek: -Asumo entonces que se trata de una de esas razones.

Capristo: -Exactamente, mi general

Jelinek (con interés): -¿Soldaditos de colección?

Capristo: -Declaración de guerra.

Jelinek (decepcionado): -Maldición. Y ahora dígame quién nos está atacando y déjeme desayunar tranquilo.

Capristo: -Los Estados Unidos de Sudamérica, mi general. Han desplegado sus tropas alrededor de todas nuestras fronteras y han lanzado un ultimátum: si quiere se lo leo ya mismo.

Jelinek: -¿Es largo?

Capristo: -No

Jelinek: -Muy bien, lo escucho.

Capristo: -“Los Estados Unidos de Sudamérica, como representantes de la voluntad de todos los países de la zona hermanados en uno sólo en histórica celebración el año próximo pasado, exhortan a la República de Maradonia, única del continente aun contraria al proyecto, a que decida, como lo hicieran todas nuestras naciones, el comienzo de la consulta popular anexatoria, a fines de convertirse en un estado más de nuestro incipiente gran país. Así, una vez unidos, podremos hacer frente - junto a la “Unión Nacional Africana“-, al manejo históricamente usurero del “Estado General Europeo” y los “Estados Unidos de Norte y Centroamérica, Asia Central, Lejano, Cercano y Medio Oriente y Territorio Lunar”. De no iniciar las acciones políticas tendientes a la unificación a las 0hs del día de mañana, su país será invadido por nuestras tropas, derrocando de la presidencia al Dr. Lobato.” La carta está firmada por todos los jefes de los estados de la zona. La situación es gravísima y urgente mi general. ¿Qué me dice?

Jelinek: -Que me mintió, era bastante larga. No pude evitar cabecear mientras oía, ayer me acosté tarde por una cena empresarial. Alguna cosa me debo haber perdido, pero creo que lo básico lo he entendido. Llame al presidente y póngalo sobreaviso.

Capristo: -Disculpe, señor, pero ¿no es un caso que reviste suficiente gravedad como para que lo llame usted mismo?

Jelinek: -Teniente, no puedo estar en todo, tengo cosas que hacer, asuntos familiares que resolver. Mi hijo ayer llegó borracho y estoy esperando que se levante para reprenderlo como se merece, y además me he comprometido con mi mujer que iríamos a un almuerzo muy importante para sus proyectos particulares. Y usted sabe, Capristo, que sobre la base de la familia se construye una sociedad con respeto por las instituciones. Llame al presidente usted, ¿tiene el número?. Si no, déme un rato y se lo paso por mensaje de texto.

Capristo: -No hace falta, mi general. Yo me comunico.

Jelinek: - Téngame al tanto.

Capristo: -Cómo no, mi general. Me despido, saludos a su mujer.

Jelinek: -Igualmente.

Capristo: -No tengo mujer, señor, soy gay.

Jelinek: -Muy bien, saludos a su esposo entonces.

Capristo: -El matrimonio homosexual aún no ha sido reglamentado por presiones del

Obispo Suller, mi general. No hemos podido casarnos aún.

Jelinek: -¡Qué barbaridad! Me encargaré de llamar al Obispo a ver si puedo hacer algo, se lo prometo.

Capristo: -Gracias mi general. El contralmirante Roccasalvo y yo se lo agradeceremos.

Jelinek: -No hay porqué. La libertad sexual siempre ha sido la base de nuestra institución en este país. Lástima que no se pueda oficializar tan fácilmente. Me despido.

Capristo: -Yo también, mi general.

Entra la esposa de Jelinek

Marta: -¿Quién era?

Jelinek: -Nadie, Marta, cosas del trabajo.

Marta: -Sí, claro, del trabajo, del trabajo, siempre del trabajo. Yo no sé qué andarás haciendo, todo el día en la comandancia.

Jelinek: -Comando

Marta: -Comandancia, comando, como se llame, no te hagás el zonzo.

Jelinek: -No, “comando“, “comando“, el verbo. Me preguntaste qué hago en la comandancia y yo te respondí “comando”. Eso es lo que hago, comandar, ¿entendés?, el verbo: yo comando, tu comandas…

Marta: -Yo ando bastante mal, Eugenio, bastante mal. Ya me tiene podrido toda la cosa esa de que el señor es el gran militar, el Rambo de la Maradonia, todo importante que lo llaman en mitad de la mañana para decirle no sé que cosa.

Jelinek: -Nos declaran la guerra.

Marta: -Esas cosas, siempre algo distinto, y el señor sale corriendo como si se acabara el mundo. ¿Y yo Eugenio? ¿Y nosotros qué? ¿Y nuestro hijo, que vomitó la alfombra, intoxicado con Fresita qué? ¿Qué es más importante, tu familia o una declaración de guerra, eh? Contestame Eugenio, ¡y pensá bien lo que vas a decir!.

Jelinek: -Marta, amor, ¿vos me ves apurado?

Marta: -No…

Jelinek: -Les dije que no iba, amor, que tenía que cenar con vos y esperar que la momia se levante.

Marta: -¿En serio hiciste eso?

Jelinek (tierno): -Obvio, mi jirafita de peluche, mi barrita de caramelo. Hoy es solo nuestro.

Marta (cariñosa): -Ay, Eugenio… mi soldadito de plomo, mi enanito fascista, sos tan hermoso! ¿En serio preferís estar conmigo antes que atender esa declaración de guerra?

Jelinek: -Sí, mi amor.

Marta: -¡Me encanta que seas tan irresponsable! Yo nunca te pregunté, pero… ¿cómo llegaste a General?

Jelinek: -Soltero, Marta. Soltero.

Escena 2

El presidente Lobato se dirige al país por cadena nacional.

Lobato (Leyendo): -Coterráneos: hoy día hemos despertado con la desagradable noticia de la cobarde amenaza extranjera. Desandamos hoy los siglos de bienestar que nuestros próceres, Fernando de Salazar, Estanislao Rojas, y el General Walter Anderson comenzaron en conjunto con sus luchas revolucionarias, cuando Maradonia aún era colonia holandesa. Hoy vivimos una hora crucial, pero históricamente nuestro partido ha tenido que enfrentar diferentes situaciones límite, y siempre ha sabido cómo actuar, respetando la soberanía popular, cuidando los intereses caros a nuestra nación, y defendiendo las instituciones y las leyes que dan marco a la convivencia ciudadana. Creemos en el país de la solidaridad y del trabajo. Nadie en todo el territorio de Maradonia debe desconfiar de las transparentes intenciones de este gobierno, que a pesar de los intentos de la oposición por desestabilizarlo, sigue trabajando a destajo para el bien de la ciudadanía que nos ha elegido con casi el 31% de los votos. Esa legitimación popular nos da la confianza para continuar la ardua tarea de gobernar para los más necesitados, defendiendo las instituciones y las leyes que dan marco a la convivencia ciudadana. Creemos en el país de la solidaridad y del trabajo. Nadie en todo el territorio de Maradonia debe desconfiar de las transparentes intenciones de gobernar para los más necesitados, defendiendo las instituciones y las leyes que dan marco a la convivencia ciudadana. Nos debemos a ustedes, creemos en el país de la solidaridad y del trabajo, y como dijera el doctor Faiad, fundador del Partido Unido, “El pueblo da y no reclama. Pero cuando reclama hay que escucharlo, a no ser que se equivoque. Y cuando esto sucede, hay que tomar medidas: no hay nada más peligroso para un gobierno que un pueblo equivocado. Y siempre respetando las instituciones y las leyes que dan marco a la convivencia ciudadana”. Con este emotivo recuerdo del Dr Faiad, les transmito la tranquilidad de que este gobierno respetará la voluntad del pueblo que lo votó en mayoría: 31 personas de cada cien no pueden equivocarse. Siempre ha sido este país uno de los más educados de América, y los estados que hoy quieren invadirnos tropezarán con los indestructibles cimientos de una sociedad profundamente escolarizada.

Escena 3

La señorita Prandi le habla a su alumnado

Señorita Prandi: -Chicos, los interrumpo un momento para dictarles una cosa. Después siguen con la maqueta de la Casa de la Revolución. Guarden la plasticola y escriban prolijo y sin pasarse del renglón… Benavidez, guardá el revolver. En el recreo le tirás a los pajaritos, ahora copiá. Cerrá la ventana. Bueno, copien:

“El general Walter Anderson estaba casado con Rosenda Romero. Rosenda Romero lo esperaba después de cada batalla con el matecocido frío, pero él nunca se enojaba, pues tenía un gran corazón. En 1812 degolló con su espada a 355 holandeses en la batalla de Las Chanchitas, y paseó las cabezas sobre punta de lanzas por toda la región para que nadie osara reivindicar a los hostiles y desalmados extranjeros“. Carla, vestite querés, que te vas a resfriar. Raimundi, dejala en paz. Desatala o firmás el libro. Sigo dictando.

…”el doctor Estanislao Rojas y Fernando de Salazar contribuyeron al primer proyecto de país, y con sus ideas revolucionarias aportaron las bases para la naciente república, una república libre, en la que los esclavos indios y negros ya no tendrían que obedecer nunca más orden alguna de los holandeses, sino de criollos compatriotas. Así, los esclavos ya no tenían que abandonar su lengua y costumbre nativas por las europeas, sino por el idioma, religión o tradición que, libremente, decidiera imponerle su amo criollo. Así se terminó la era de la esclavitud en manos de los holandeses”

Belloso, limpiá eso, por favor! Y llamá a la ambulancia, que no tengo crédito. Sigo dictando:

“Santiago Granata compuso la música del himno nacional utilizando el estilo y las más modernas armonías de la época, las que los austríacos Haydn y Mozart habían regalado al mundo con su genio. Con letra libertaria de Bartolomeo Salomón, italiano admirador del Dante, se conformó la gran obra musical que coronó nuestra independencia de Europa”.

Escena 4

Santiago Granata y Bartolomeo Salomón se toman un descanso, mientras componen el himno.

Bartolomeo: -Sírvase otra copita, buen hombre. Este jerez es único: los españoles lo importan y no se consigue por menos de 200 pesos.

Santiago: -Mi santa esposa opina que cuando bebo el alma se me oscurece y pierdo el sentido de la civilidad, como un negro o un indio.

Bartolomeo: -No haga comparaciones odiosas, señor. Nunca un indio beberá tan costoso elixir.

Santiago: -Fernando de Salazar no estaría de acuerdo con usted. Recuerde su último discurso: “todos los seres humanos serán considerados como iguales ante las leyes, pues al nacer todos de vientre materno y tener las mismas necesidades, sea negro, indio, mujer o noble, el estado dispondrá el mismo trato y los mismos derechos”

Bartolomeo: -Fernando de Salazar delira. Tiene apoyo popular, y algunos hombres nobles que confunden su origen también adscriben a sus pensamientos, pero el gobernador Estanislao Rojas jamás dejará que sus ideas trasnochadas se impongan. Tierras y esclavos son su mayor sustento y con apoyo económico de la Inglaterra está negociando con los holandeses para que marchen sin más derramamiento de sangre.

Santiago: -El discurso de Rojas se luce en ofensas a los holandeses, pero no es un revolucionario.

Bartolomeo: -Fernando de Salazar tampoco lo es. Es un bandido hijo de gauchos que le gusta la pelea y ha obtenido la simpatía del General Anderson. Pero el ejército de lúmpenes que comanda sólo sirve para destruir. A la hora de la fundación de una nación no puede haber lugar para que analfabetos e indígenas, o negros y gauchos peleadores tomen las decisiones. Los hombres de Rojas han estudiado leyes en Europa, sólo ellos pueden iluminar los destinos americanos.

Santiago: -Puede ser. Pero intuyo que de Salazar ganará la compulsa. El General Anderson odia a Rojas desde hace tiempo, y su ejército parece invencible. Dicen que intenta recoger el guante de Artigas, Bolívar y Morazán y fundar una Gran República Sudamericana.

Bartolomeo: -Y en eso ni de Salazar está de acuerdo. Se viene tiempos difíciles.

Santiago: -Así es amigo, difíciles pero trascendentes. A su salud.

Bartolomeo: -A la suya. ¿Continuamos?

Santiago: -Por supuesto. ¿Se le ocurrió alguna cosa interesante para la letra?

Bartolomeo: -Así es. Trabajo sobre anteriores versos de mi autoría. En tiempos de los primeros arrebatos revolucionarios del General Anderson, aniquilados por los holandeses, escribí algo que puede servir:

Ejércitos gloriosos de la holanda brillante

Vencen a los cobardes, impunes libertarios

Que con atrevimiento que no se ha visto antes

Sueñan la independencia, estúpidos otarios.

Bartolomeo: -Habría que cambiarle algunas cosas, ¿no?

Santiago: -Y, si. Podría ser:

Ejércitos gloriosos, brillantes libertarios,

Vencen a los cobardes, impunes holandeses

Que con atrevimiento, estúpidos otarios,

Intentan la colonia hacer durar por siempre.

Bartolomeo: -Ah, pero muy bien. Y está casi igual.

Santiago: -Hay que decir algo del fin de la esclavitud.

Bartolomeo: -Sí, el gobernador Rojas tiene razón, hablar de eso es una moda que queda bastante bien, pero no me sale nada. Estuve todo el día de ayer intentándolo. Incluso mandé a Tomasa matar un chancho y cocinarme una pierna para el almuerzo, que es una comida que me inspira. Pero ni así. Fue peor, en realidad, porque me la pasé esperando que esa negra inútil apareciera y al final, cuando la trajo estaba a medio cocer. Ya no soporto tener que mantener gente que no hace bien su trabajo. Quisiera poder despedirlos: me cuestan un Perú, les tengo que dar de comer toda la vida, me da lástima cuando tengo que azotarlos y encima ponen mala cara y a veces amagan defenderse a los golpes, imagínese. Odio la esclavitud. Los esclavos son violentos de nacimiento, no hay caso, es su naturaleza.

Escena 5

La doctora Alfano habla por celular.

Alfano: -¿Estás seguro?… Sí, sí, hace un rato me llamó el Dr. Vanucci avisando. Hay que armar la estrategia, Francese. Está llegando a mi despacho el Senador Ritó (Timbre). Ahí llegó, hablamos luego. Entra Ritó. Senador Ritó, cómo le va.

Ritó: -Dra Alfano.

Alfano: -Lo hice venir de urgencia porque el gobierno está estudiando…


Y si querés saber qué perpetrarán los políticos de la oposición y el oficialismo y también qué piensa la Izquierda Maradoniana. Si querés saber qué dirá el periodismo, y ver al General Anderson arengando a su tropa y curas confesando en el 1800,  y conocer, al fin y al cabo, el destino de Maradonia, no tenés más que enviarme un mail a nicoallegro@gmail.com y te mando el resto de la obra.